En un panorama donde el cine mexicano comienza a dialogar con lo místico, lo diverso y lo ancestral, Alejandra Herrera se ha convertido en una voz singular. Con una filmografía que mezcla el terror folclórico, la denuncia social y la exploración de la espiritualidad, su presencia en pantalla deja huella. En esta entrevista, hablamos con ella sobre sus más recientes proyectos, su método actoral y su pasión por contar historias que abren preguntas esenciales.

La película Un cuento de pescadores se inspira en la leyenda purépecha de la Miringua, un espíritu lacustre que atrae a quienes se dejan llevar por pasiones o excesos. ¿Cómo preparaste tu personaje para integrar esta dualidad entre el folclor indígena y los conflictos humanos contemporáneos?

Es grato poder ver este tipo de leyendas ambientadas en la época actual; sin importar el contexto, el ser humano siempre aparece como una “máquina de deseos” y, por tanto, de conflictos y excesos. La historia a la que doy voz no es la excepción. Esta historia aborda la diversidad sexual en un lugar donde no es bien vista. El hogar de mi personaje, Berenice, geográficamente es una isla, y por tanto hay una sensación natural de estar atrapada, de apegarse a las reglas, de no tener opción. Pero el amor abre posibilidades inesperadas.

En este sentido, platicar con personas que pasaron por situaciones similares en contextos parecidos abrió mi panorama para comprender la responsabilidad que tenía, como actriz, de transmitir este mensaje de autoconfianza y fortaleza en cuanto a la aceptación de nuestra verdadera identidad.

El verdadero arte debe generar preguntas, y pienso que mi personaje lanza una muy importante: “Esta persona que creo y pienso que soy —hecha de historia y experiencias—, ¿en realidad es quien elijo y quiero ser, o solo soy producto de creencias ajenas e historias que me fueron impuestas?”. El proceso hacia esta pregunta es lo que veremos en pantalla.

El director Edgar Nito mencionó que gran parte del elenco y equipo convivió con la comunidad purépecha en Michoacán para capturar la autenticidad cultural. ¿Qué aprendizaje personal o profesional te dejó esta experiencia inmersiva?

Me siento afortunada, ya que no es la primera vez que, gracias a mi trabajo, logro sentirme parte —aunque sea por unas semanas— de una comunidad. En Kokoloko, de Gerardo Naranjo, sucedió algo similar: ahí íbamos hasta las últimas consecuencias, integrando a la comunidad como parte del ensamble de la película en todo momento.

En esta ocasión tuvimos la oportunidad de sentir el ritmo y el tiempo de las personas. Viniendo de la caótica y ruidosa ciudad, hubo cierto descontrol al estar en una isla, rodeados por el agua, sin poder tener comunicación más allá. Fue una experiencia emocionante, porque como individuos regresamos a nuestros instintos primarios: a estar solos con nosotros mismos, a respirar incluso más profundo.

“Fue realmente impresionante notar cómo vivir en la ciudad puede modificar nuestros cuerpos: el ritmo al hablar, la manera de caminar e incluso de respirar”

La Miringua, interpretada por Rubí Vizcarra, tiene un diseño visual inspirado en pinturas de Goya y en criaturas acuáticas. ¿Cómo fue trabajar junto a ella en escenas donde lo sobrenatural se entrelaza con la realidad de los personajes?

Lo que más atrajo mi atención respecto al diseño visual fue que no se buscaba el horror a partir de la saturación, sino que era algo más natural: un cuerpo aparentemente humano, pero con alteraciones que lo hacen terrorífico. Pienso que esto es más impactante para la audiencia, ya que hay un primer vistazo en el que incluso pueden pensar que es una persona como cualquier otra, pero al prestar atención encontramos alteraciones que generan una transgresión visual.

Alejandra Herrera

La película entrelaza cuatro historias en un ambiente opresivo. ¿Qué desafíos representó actuar en un relato coral donde el terror surge tanto de lo sobrenatural como de las relaciones humanas?

A veces el terror se produce más por acciones humanas que por lo sobrenatural. El ser humano tiene la capacidad de ser angelical o monstruoso; cuando nos encontramos a merced de nuestras pasiones y deseos, nuestros instintos más escondidos salen a la luz y nos transformamos en monstruos. Esa transformación puede resultar más terrorífica que cualquier imagen.

Es triste también que este tipo de transformaciones surjan a partir de una necesidad tan primaria como el afecto, el amor… de querer dar amor, pero no poder hacerlo por estar en un contexto de opresión, de seguir la norma, donde no hay cabida para la diversidad sexual.

Alejandra, ahora nos gustaría que nos platicaras más sobre otra producción que recién se estrena: Sobre las Olas. En esta coproducción hispano-mexicana interpretas a Trinidad Zamora, una chamana vinculada a un pueblo que cae en el infierno por ambiciones de lujo. ¿Cómo abordaste la construcción de un personaje que conecta lo espiritual con un conflicto social tan intenso?

Pienso que lo social y lo espiritual son necesarias en el día a día. La dualidad es parte de todo lo que existe; el conflicto se crea a partir de fuerzas opuestas que jalan hacia lados distintos. En este sentido, en esta película existen estos dos motores —el espiritual y el social— encarnados en “madre e hija”. El problema es que no tienen balance, ambos se encuentran en exceso.

Alejandra Herrera

Abordar algo excesivo es complejo, pero a la vez nutritivo. Solo es cuestión de verdaderamente encontrarse uno mismo en la situación, conocer al personaje, su historia y sus motivaciones, y a partir de ahí trabajar y dejar “ser” al personaje.

La trama combina dos líneas narrativas: una actriz que encarna a Sara Montiel y una reina que destruye Magdala. ¿De qué manera tu personaje sirve de puente entre estos dos mundos aparentemente distantes?

La ejecución de un plan hará que mi personaje se cuestione y decida de qué lado está, ya que en sus manos está el cambio radical.

Alejandra Herrera

El director Horacio Alcalá explora temas como el deseo y la decadencia. ¿Qué elementos de tu actuación priorizaste para reflejar la tensión entre lo místico y lo mundano en la historia?

La expresividad que, pienso, un ser libre puede tener. Entendí que el ritmo, el tiempo y el espacio de mi personaje, así como su interacción social, debían ser fluidos, etéreos, pero a la vez muy profundos.

Alejandra Herrera

Alejandra, también has trabajado en proyectos como Itu-Ninu (Escocia-México) y Tiempo de Lluvia (Holanda-Reino Unido-México) con Itandehui Jansen. ¿Qué diferencias percibes al actuar en producciones multiculturales versus historias arraigadas en el folclor mexicano, como Un Cuento de Pescadores?

Un elemento importante al momento de actuar es el espacio. Recientemente grabé una película en Polonia: era invierno, oscurecía a las 4 p. m. y el frío era intenso. Esto dio lugar a un entendimiento distinto del personaje, ya que una persona en ese contexto, viviendo como migrante en un hostal, en un cuarto frío, no va a reaccionar de la misma manera que estando en un lugar tropical, a la orilla del mar. A pesar de que se trate de la misma persona, el espacio geográfico es distinto, y eso cambia radicalmente al personaje.

También hice una serie para Malasia, Hola Hermosa. Trabajar con actores formados desde distintas tradiciones actorales, que parten desde otros puntos, fue de las experiencias más enriquecedoras que he tenido. En cuanto a la historia, esta serie hablaba de algo universal: amor y traición.

Al final, pienso que lo importante de las historias que contamos es la universalidad de los conflictos, la esencia y las experiencias que compartimos todos los seres humanos. Es por ello que, sin importar dónde sucedan las historias, lo que hace que la audiencia conecte es el qué se dice.

En Kokoloko (Gerardo Naranjo), tu actuación fue nominada en Tribeca. ¿Cómo influyen estas experiencias globales en tu enfoque al interpretar roles tan diversos, desde una detective cibernética hasta una chamana?

¡Sí! Incluso el año pasado me nominaron por Itu-Ninu con Outstanding Lead Performance by an Actress en el Red Nation Film Festival, y no daba crédito de que la historia que realizamos en Escocia, con solamente tres personas —tres mexicanos—, haya causado tanto impacto en el mundo desde su estreno en Polonia.

“Estas experiencias son positivas y altamente nutritivas. He sido afortunada de aprender desde muchas perspectivas, voces y experiencias”

Alejandra Herrera

Alejandra, tenemos el dato de que estudiaste Ciencias de la Comunicación en la UNAM. ¿De qué manera tu formación académica complementa tu interpretación de personajes complejos, como los de estas dos películas que acaban de salir?

Fue la mejor decisión haber estudiado Ciencias de la Comunicación, y qué fortuna haberlo hecho en la más grande Casa de Estudios: la UNAM, en Ciudad Universitaria, en Polacas. Esta formación me ha dotado de una amplia gama de herramientas para abordar los guiones desde un análisis profundo, tanto de lo que se dice como de lo que no está escrito. Me ha ayudado a entender que el guion completo es un mensaje que debe ser entregado desde la honestidad y la ética, ya que, como comunicadores, estamos al servicio de ese mensaje.

Con estrenos simultáneos en cines (Un Cuento de Pescadores) y festivales (Sobre las Olas), ¿cómo equilibras la promoción de proyectos tan distintos en tono y narrativa?

Ahora mismo está Tekenchu en Cannes, en el Blood Widow, horror folclórico también. Pienso que, al final del día, no son tan distintas. El mensaje es claro: “Mexicano, estas son tus historias”.

Tras explorar el terror folclórico y el drama histórico, ¿qué tipo de roles o géneros te gustaría abordar próximamente?

Tuve la oportunidad de estar también en Contraataque como una de las Sargentos Letales, y pienso que este es el tipo de proyectos que me gusta: personajes positivos, con mucha acción, donde el público tenga espacio para una proyección, tal vez aspiracional, pero más positiva. Y ya viene la cuarta temporada de Lotería del Crimen, con mucha acción y sorpresas.

 

Sigue a Alejandra en Instagram: @alejandraherr3ra

 

Créditos

Fotografía: Georgie Uris (@georgie.uris)

PR: Yconik @yconik | Arturo Calleja

Texto: David Patiño Torres (@bavidbavid)